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HISTORIA A POCO MÁS DE CIEN AÑOS DE DISTANCIA – GRIPE ESPAÑOLA ENTONCES ACTUALMENTE COVID-19 –

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A poco más de un siglo, el documento fechado un octubre 19 del año 1918 en la Ciudad de Puebla de Zaragoza,  el doctor Luis Unda, presidente de la Oficina de Salubridad de la ciudad de Puebla, pueden leerse las medidas que actualmente seguimos los ciudadanos para evitar la propagación del Covid-19 mx, virus en desarrollo por contagio en el país.

Esto en la circular pública reproducida por La Jornada de Oriente y proporcionada por Manuel de Santiago Hernández, colaborador de la misma-

En el documento se lee una serie de recomendaciones “a efecto de limitar hasta donde sea posible los estragos que pudiesen causar entre los habitantes de esta ciudad la epidemia que empieza a manifestarse”, en ese entonces la gripe española o influenza.
Entre los consejos médicos estaban, además del confinamiento y la limpieza el “abstenerse de excesos de toda clase, procurando especialmente no exponerse a enfriamientos, no desvelarse, dormir el tiempo necesario y tomar alimentos sanos y sencillos”.
Resalta además la desinfección de las manos constantemente, se recomendaba asear la nariz poniendo en su interior “una pomada compuesta de vaselina, ácido bórico al cuatro por ciento y thymol al uno por ciento” y  la boca en cambio, se “desinfectará con frecuencia haciendo buches y gargarismos” además de que era importante el “aseo corporal y el cambio frecuente de ropa” se lee textual en el documento.
Asimismo, de acuerdo al Consejo Superior de Salubridad en México y algunas autoridades europeas de la época, el Doctor Unda recomendó como preservativo el zumo de limón tomado con agua o con infusiones aromáticas… el uso de uno o dos gránulos de sulfuro, de calcio de un centigramo cada cuatro o cinco horas.
El médico poblano señalaba para quienes ya se sentían enfermos con un “catarro intenso, tos y calentura”  habría que mantenerse en cama, usar purgantes, sulfatos de sosa y de quinina, así como aspirina cada tres horas, además de provocar el sudor con bebidas calientes ligeramente alcoholizadas y fricciones estimuladas.
Más allá de los remedios que la propia familia podía recetar, Unda señalaba que “si los síntomas que se presentan son alarmantes e indican gravedad, era indispensable que el tratamiento fuese dirigido por un médico competente”.
Es subraya “absolutamente necesario mantenerlo aislado y en contacto solamente con los que estén encargados de su cuidado y éstos, antes de ponerse en contacto con personas sanas, deberán asearse las manos, la boca, la nariz y cambiar de ropa” escribía el presidente de la Oficina de Salubridad de la ciudad de Puebla.
Según Miguel Ángel Cuenya en su libro – Reflexiones en torno a la pandemia de influenza- de 1918 en Puebla, el primer entierro registrado causado por el virus gripal se realizó el 10 de octubre de aquel año, nueve días antes de que la oficina de Salubridad de la ciudad emitiera la circular.
“ Siete días más tarde las defunciones ocasionadas por la enfermedad comenzaron a aumentar; los libros de registro del Panteón Municipal atestiguan el notorio avance de la influenza; el 17 de ese mes fueron cuatro, el día 18 cinco, el 21 ya sumaban 14, el día 25 de octubre se contabilizaban 41, incrementándose notoriamente el número de muertos día a día hasta alcanzar su cúspide entre el 28 de octubre y el 5 de noviembre”.
La investigadora manifiesta que “en 1918 –la gripe española– atacó a la población más fuerte y más sana y a los más jóvenes también siendo más severo con los ancianos y los enfermos y las poblaciones desnutridas”.
Asimismo, Ashwell da cuenta de como en Cholula, “una circular, pegada en los muros de la ciudad por los mayordomos de la iglesia del santuario de la virgen de Los Remedios en 1918, daban cuenta de este nuevo brote de peste” la cual fue calificada de “terrible”.
INFORMACIÓN : LA JORNADA DE ORIENTE